Siempre me ha encantado ir a que
me hagan masajes. ¿A quién no? Un momento de relax y desconexión o conexión
contigo misma. Que otra persona cuide de tu cuerpo físico, lo toque, lo
acaricie y sentir ese contacto (sin importarme quien fuese esa persona). Ahora,
valoro muchísimo el auto-masaje, siento que conecto con mi cuerpo y con mi ser
poco a poco. He aprendido a quererlo más. Antes, sentía que amaba mi cuerpo
pero no tomaba esa responsabilidad consciente. Sigo en ese camino de
re-conexión con mi cuerpo físico.
El poder de la conexión holística e integral es que todo
está relacionado y vinculado: el plano espiritual, físico, mental, emocional… Y
la acción en uno de los planos te acerca se enlaza con otros. Esto resulta ser
un comino vital enormemente valioso y gratificante.
Llevo un tiempo pensando en la
mentorización, me parece un tema complejo porque por un lado, creo que tengo el
poder de hacerlo todo yo sola y soy la persona más importante, la que decide en
mi vida. A veces nos creemos co-creadores de nuestro destino y esto hay que
tomarlo de forma más reflexiva. Por otra parte, es verdad que el apoyo, la guía
son cruciales en ciertos momentos concretos y estratégicos. El crear equipo, un
objetivo que llevo tiempo queriendo hacer realidad. Pero no quería invertir
demasiado, es decir, no me comprometía firmemente con ello. Sin embargo, ya lo
he aceptado y lo quiero solucionar.
Otro punto importante ha sido mi animadversión
hacia la terapia, creía que el superar tus traumas, miedos o problemas era un
camino individual. Y ésta es una creencia muy limitante, aunque yo creía que
era muy madura por el hecho de tomar las riendas de tu vida. Siempre he sido muy independiente. Pero he aprendido que todos somos uno
solo y este imperativo debería formar parte de nuestra consciencia diaria y
debería ser nuestra brújula. La que nos guíe a Ser y estar presentes.